

A principios del siglo XIX, en ese mismo emplazamiento, existía La Piña de Plata, un bodegón típico de esa época donde se servían bebidas tradicionales y que tuvo siempre una gran aceptación, debido en parte a su estratégica ubicación en la Plaza de Albear cercana a la entrada desde el Parque Central a la zona conocida como La Habana Vieja.
Cien años más tarde, una curiosa anécdota transforma la historia del citado establecimiento. En 1915, Serafín Parera Coll, un emigrante catalán que había hecho fortuna en México, regresaba a España en barco desde Veracruz. A su llegada al puerto de La Habana se sintió enfermo y no pudo continuar el deseado viaje. Meses después fallecía en la capital cubana, siendo el primer miembro de la familia Sala que recibía sepultura fuera de España.
La herencia del legendario emigrante pasó a manos de sus sobrinos, siendo el mayor de ellos, Narciso Sala Parera (1879-1953) [véase imagen supra], a quien le correspondió la administración de la inesperada fortuna familiar, de cierta importancia en aquella época. Teniendo en cuenta la inseguridad económica y social que se vivía en la Península en aquellos años, se pensó que la adquisición de un negocio era la forma más adecuada de situar el capital familiar que el azar dispuso que el tío Serafín dejara en La Habana. Así, en 1918, la citada Piña de Plata pasó a manos de los hermanos Sala Parera (Narciso, Francisco, Concepción y Mercedes).
Años después, El Café, como se le llamaba en la familia Sala al negocio, pasó a denominarse Café Restaurante La Florida. Entre sus empleados se encontraba un joven de Lloret de Mar (ciudad natal de la familia Sala) llamado Constante Ribalaigua Vert, que pasó del oficio de aprendiz a ocuparse, junto a su paisano Miguel Boadas, en exclusiva del bar y en especial de la preparación de las bebidas que se servían a los clientes que eran cada vez más numerosos.
Entre los visitantes asiduos había un grupo de ingenieros norteamericanos, entre ellos Jennings Cox, que trabajan en las minas situadas en la población de Daiquirí, en la provincia cubana de Oriente. Allí preparaban, sin fórmula específica alguna, una mezcla de ron, limón, hielo y azúcar, que requerían se les sirviera en El Floridita en sus frecuentes viajes a La Habana. A falta de otra identificación, y dada la procedencia de esos clientes, solía llamarse a ese cóctel con el nombre de daiquirí (se escribe con acento en la última í).
Con los años la bebida adquirió fama y el nombre se asoció al local. Quienes acudían al Floridita solicitaban frecuentemente que Constante o Miguel les prepararan un daiquirí, dándole nombre propio a ese cóctel que tuvo cada vez más aceptación y prestigio.
Al Floridita se le conoce como “la cuna del daiquirí”, por ser el lugar donde se creó ese cóctel combinando en una receta específica los ingredientes primitivos, entre los que se encontraba siempre el ron Bacardí, elaborado en la destilería ubicada en Santiago de Cuba fundada en 1862 por el catalán Facundo Bacardí Massó (1814-1886), cuyos herederos eran amigos de la familia Sala.
Un visitante ilustre, Ernest Hemingway (1889-1961), fue uno de los clientes habituales del establecimiento y en una época también vecino del barrio ya que, antes de adquirir una casa en las afueras de la ciudad, se alojaba durante largas temporadas en el Hotel Ambos Mundos, situado en la cercana calle Mercaderes.
En el año 1935 El Floridita cambia de dueños y, hasta su nacionalización por las autoridades cubanas en la década de 1960, Constante Ribalaigua Vert y sus herederos fueron los socios mayoritarios.
A su vez, Narciso Sala Parera, que falleció en 1953, dedicó el resto de su vida a la Administración de la Sociedad de Beneficencia de Naturales de Cataluña, de la que había sido nombrado Socio de Honor en 1929.
Cabe destacar en honor a su memoria la abnegada labor que realizó en favor de los emigrantes catalanes de escasos recursos económicos, y su eficaz colaboración en el estudio previo a la construcción de la nueva Ermita de Nuestra Señora de Montserrat (la única Iglesia sufragada íntegramente por españoles que existe fuera de España) situada anteriormente en La Habana en la denominada Loma de los Catalanes (actualmente Plaza de la Revolución), y que se erigió en 1954 en la Carretera de Rancho Boyeros cercana al paraje conocido como Río Cristal.
En España, el Ayuntamiento de Lloret de Mar (Gerona) otorgó, en el año 2004, el nombre de Narciso Sala Parera a una calle de la Villa (ubicada cerca del Instituto de Enseñanza Secundaria) en reconocimiento a su trayectoria profesional y humanitaria.
Volviendo al daiquirí, y conociendo ya su historia, podemos concluir afirmando que es, sin lugar a dudas, la bebida más catalana de Cuba.
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Narciso Sala Parera se casó en La Habana en el año 1920 con Serafina Mestres Buigas (hija de catalanes). El matrimonio tuvo cuatro hijos: Mercedes (1922-1977), Narciso (1924-2003), Antonio (n.1935) y Alberto (n.1942). Los tres hijos varones se educaron en la habanera Academia De La Salle, prosiguiendo sus estudios universitarios en Philadelphia y Madrid. Los descendientes del fundador del Floridita residen actualmente en los Estados Unidos y en España. Existe en Facebook una página dedicada a Narcís Sala Parera (personaje público).
artículo muy interesante. ¿tienen la receta del daiquiri original de el floridita?
ResponderEliminarGracias por el artículo. Se lo daré a mis alumnas para que sepan la historia del daiquiri.
EliminarA mí me encantan las historias de comidas y bebidas, y esta historia en particular más aún. Aunque técnicamente no soy "Sala", me auto adopté Sala-honoraria, ya que Antonio es mi tío. Siempre que viene al caso, y algunas veces aunque no venga al caso, cuento la ilustre historia del delicioso coctel y mis lazos familiares con él.
ResponderEliminarMuy interesante Alberto, un lugar especial con raíces familiares. Espero poder volver a Floridita en algún momento
ResponderEliminarArtículo ameno, dónde confluyen las experiencias y recuerdos familiares con un contexto histórico que hermana dos continentes. Espero leer muchos más en el futuro
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esta historia de la cual soy parte pero que no conocia todos los detalles de la historia de mi abuelo.
ResponderEliminarEsperando mas entradas,
De muy jovencito estuve varias veces allí con mi familia. Lugar acogedor y buena comida.Por mi corta edad entonces, no pude disfrutar un Daiquiri. Conozco parte de tu familia y todos ustedes son personas encantadoras y amistosas. Un abrazo,
ResponderEliminarGracias Alberto. Que Bueno que todavia quedamos los que podemos contar historias de nuestra Cuba. Solo asi podremos pasar nuestra cultura a nuestros jovenes. Felicidades por tu blog. Espero recuerdes y nos cuentes , de algunas historias bonitas e interesantes de nuestra querida Academia De La Salle y de los Hermanos a los que tanto debemos y queremos.
ResponderEliminarQue bonita historia Alberto.Un saludo
ResponderEliminarQue interesante historia Alberto. Seguiré tú blog, enhorabuena! Espero verte de nuevo compartiendo aula en la Universidad, cuando todo ésto pase. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy interesante y ameno.Redacción atinada, precisa y brillante.Espero seguir pudiendo leer texto sensatos y sosegados como este.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Relato sobrio , correcto y brillante .Confio en que le sigan otros
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Alberto felicidades por la edición de este blog. Tu historia familiar me ha parecido muy interesante. Espero sigas editando articulos tan ameno como este y en algun momento poder comentarlos en alguna clase en la Universidad.
ResponderEliminarGloria Garcia
ResponderEliminarAlberto felicidades por este blog. Tu historia familiar me ha parecido muy interesante. Espero sigas editando artículos tan amenos.
Hola Alberto, bonita historia la de tu familia y la del popular floridita. Recuerdos maravillosos que me han transportado a Cuba. Ese bellíssimo lugar de donde son originarios mis padres y que fueron visitantes de la cocteleria repetidas veces, y mira tiene apellido Sala. Qué pequeño es el mundo!
ResponderEliminarHe estado por esos lares 3/4 veces , pero siempre por trabajo, por lo que solo recuerdo las típicas visitas rápidas de compromiso con los "clientes" comilonas y salidas nocturnas, pero al ver lo maravillosamente que relatas tus recuerdos, me doy cuenta de lo que me he perdido, por lo que estoy deseando que pase esta situación y que nos vayamos a dar una vuelta por allí a ver como ha aguantado el paso del tiempo Moisés y .. por que no, Nicoletta
ResponderEliminarMe ha encantado leer esta historia familiar, pero me va a gustar mas escucharte y pronto. He estado varias veces en el Floridita aunque confieso que siempre he tomado mojitos. Por cierto voy a presumir de que la familia de un amigo tuvo mucho que ver con el daiquiri. ¡Ah! apúntate que es otro viaje que tenemos pendiente y pronto, antes que compren Floridita los de McDonald
ResponderEliminarFelicidades por traernos este pedazo de la historia de Cuba y de Cataluña. Me interesan mucho estas historias familiares porque así podemos recomponer los años de Cuba Republicana y colonial, algo que no debemos perder porque son nuestras raíces. Muchas gracias por este interesante artículo.
ResponderEliminarHola, Alberto, me alegro de ir recibiendo tus comentarios, y seguir el hilo de tus reflexiones, con las que suelo coincidir. Un abrazo
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