Notas al margen - Alberto Sala Mestres
15 de junio de 2022
Hace algunos años, Carmen Martín Gaite (1925-2000), sentada a la mesa
junto a su hermana mayor, Ana María (1925-2019) que le llevaba sólo diez meses de diferencia de edad, me comentó mientras acariciaba con la
mano derecha un cuaderno de notas del que sobresalían varios folios
(1), que en sus novelas podían encontrarse palabras o diálogos que
había escuchado en la calle o en algún transporte público.
Existe un modo de narrar lo sucedido, propio del realismo social, donde el novelista se comporta en la elaboración de su texto como si en realidad fuera un magnetófono que recoge, en una búsqueda de la realidad objetiva, las palabras que encadenan los personajes. La novela precursora de este género fue La Colmena (Ed. Emecé, Buenos Aires, 1951 / Ed. Noguer Barcelona 1955) de Camilo José Cela (1916-2002). Martín Gaite lo utilizó con especial habilidad en su primera novela Entre visillos, Premio Nadal (1957) donde el título elegido por la autora revela llamativamente la frontera que separa la vida de la familia protagonista de lo que sucede en el exterior.
Al inicio del relato leemos que "Natalia levantó un poco el visillo" (2), y captamos que se está vislumbrando todo el mundo de la narrativa: la calle donde sucede una vida activa e ilusionante frente a la casa donde se vive bajo la protección de unos visillos que guardan el destino ya escrito de todas las mujeres que lo habitan (3). La lucha moral entre la tradición y la modernidad en la sociedad española de posguerra es uno de los ejes principales de esa novela.
El uso de la palabra siempre interesó a la escritora. Escribir y hablar son dos verbos que se entrelazan en su obra consiguiendo trasladar, en esa novela y en otros escritos, con un estilo muy peculiar la lengua hablada a la palabra escrita, donde no hay barreras entre lo que se ve, lo que se dice y lo que se cuenta. Como nos indica Marina Mayoral, "se alternan la narración en primera y tercera persona, que ofrecen perspectivas complementarias y en muchos casos opuestas sobre los mismos hechos y personajes" (4).
Una de las características de la obra de Carmen Martín Gaite, que podemos encontrar casi siempre, es el espacio que deja al lector para que participe en la recreación de la novela, y así al rememorarla pueda sentirse también un compañero de viaje de su narrativa.
Carmen y Ana María eran grandes conversadoras que apostaban por un intercambio fluido y sin prisas. El lenguaje siempre tiene matices que se ejercitan con un diálogo en el que las palabras se apoyan con la mirada y se refuerzan con la actitud. En España vamos sustituyendo la mesa camilla por el WhatsApp, y el diccionario por el corrector ortográfico automático. Algo hacemos mal.
(1) "En los "Cuadernos de todo" la escritora acumulaba material muy diverso, incluso apuntes de palabras escuchadas al azar. Desde muy chiquitita, Marta Sánchez Martín (1959-1985), la hija de Carmen Martin Gaite, sabía cómo trabajaba su madre, llenando cuadernos y cuadernos; cuando tenía cinco años le regaló uno en el que con letra infantil aparece escrito Cuadernos de todo. Fue el principio de los Cuadernos de todo que escribió Martín Gaite y que incluso numeró, el Cuaderno de todo 2, el 3... en los que tomaba notas, comentarios para sus libros, impresiones...". Rosa Mora, Carmen Martín Gaite, su obra y su mundo, El País, 30 de mayo de 2001.
(2) Carmen Martín Gaite, Entre visillos, Ed. Destino, Barcelona, 2017, pág. 13.
(3) "La ventana condiciona un tipo de mirada, mirar sin ser visto. Consiste en mirar lo de fuera desde un reducto interior, perspectiva determinada, en última instancia, por esa condición ventanera tan arraigada en la mujer española y que los hombres no suelen tener. Me atrevo a decir, apoyándome no solo en mi propia existencia, sino en el análisis de muchos textos femeninos, que la vocación de la escritura como deseo de liberación y expresión de desahogo ha germinado muchas veces a través del marco de una ventana. La ventana es el punto de enfoque, pero también el punto de partida". Carmen Martín Gaite, Reflexiones sobre mi obra en Pido la palabra, Ed. Anagrama, Barcelona, 2002, pág. 249.
(4) Marina Mayoral, Técnica narrativa en Introducción, Entre visillos, Ed. Destino, Barcelona, 2012, pág. 15.
Bonito e ilustrativo relato de quien, sin duda, tuvo el privilegio de la amistad con las hermanas Martín Gaite.
ResponderEliminarGracias por compartir algunos de sus "trucos" literarios.
Precioso. Una historia entrañable y un acercamiento íntimo a la autora. Felicidades.
ResponderEliminarBrillante, conmovedor y tierno
ResponderEliminarUn abrazo
ResponderEliminarAlfonso iñigo
Muy erudito!!! Alberto! Genial!!!
ResponderEliminarMuy bonito el escrito que presenta una época que ya casi desaparece de nuestras costumbres porque la gente ya no se visita, no se habla sino se comunica por el móvil, y se pierde el contacto personal, la intimidad, el intercambio de palabras y silencios. Lo he disfrutado.
ResponderEliminarHace 22 años que se fue, fantástica Carmen y un privilegiado tu, al haberla conocido, yo no tuve esa suerte aunque era paisana. Terrible la muerte de Marta.
ResponderEliminarGracias Alberto, por recordarnos que los angeles nunca mueren.
¡ Ah! por cierto, yo si miraba a través del visillo y parece mentira que una tela tan fina te hiciera parecer tan seguro, tan protegido.
Relato hecho con cariño y admiración a Carmen Martin Gaite, pero considero que primero Cervantes, Benito Perez Galdos y Pio Baroja se esforzaron por plasmar el lenguaje y las costumbres populares en sus magníficos escritos.
ResponderEliminarQué fascinante ejercicio de literatura, intimismo y belleza. Mis más sinceras felicitaciones!
ResponderEliminarMe ha encantado saber algo más de la forma de escribir de esta autora que me gusta tanto. Gracias Alberto, no dejes de culturizarnos . María Jesús
ResponderEliminar