He escuchado villancicos toda mi vida. Desde mi niñez los oía interpretados al piano por mi hermano Antonio, y en los años en los que formaba parte del Coro del colegio los cantaba con mi voz infantil. La historia de los villancicos es antigua y reciente a la vez, ya que actualmente existen compositores que aumentan el repertorio universal de esa melodía típicamente navideña.
Su origen de remonta a la promulgación por el Emperador Constantino (272-337) del Edicto de Milán (313) dando libertad de culto a los cristianos. La religión católica se extendió entonces rápidamente por el Imperio Romano, con una gran vitalidad de liturgia y cánticos.
Los expertos consideran como primer antecedente del villancico a una melodía gregoriana del siglo IV, Jesus refulsit omnium (Jesús, luz de todas las naciones), atribuida a San Hilario de Poitiers (315-367), junto a otras raíces conocidas como es el caso de Jerusalem Gaude (s. VII). A esa época medieval corresponde la antífona del siglo IX Puer natus est nobis (Nos ha nacido un niño), una de las primeras manifestaciones de la polifonía occidental.
La tradición atribuye a San Francisco de Asís (1182-1226) la introducción de la costumbre navideña de instalar un belén, pesebre o nacimiento. Según cuenta San Buenaventura, en la noche de Navidad de 1223 San Francisco instaló en Greccio, población situada entre Roma y Asís, un pesebre con paja e hizo traer un buey y una mula, celebrando allí la Misa ante una multitud. Para algunos musicólogos, San Francisco es el autor del himno Psalmus in Nativitate, un antecedente histórico de los villancicos.
Lo cierto es que, a partir del siglo XII, las canciones populares alusivas a la Natividad del Señor experimentaron en Europa un gran auge y popularidad. En español el término “villancico” procede del latín “villanus”, nombre con el que se identificaba a los habitantes de una villa o aldea. La palabra inglesa “carol” proviene del francés “carole” que identifica a una ronda de personas que cantan al unísono. Durante siglos los villancicos evolucionaron hacia formas más elaboradas, pero conservando siempre su arraigo popular.
Uno de los villancicos más conocidos es Noche de paz, compuesta por Franz Gruber (1787-1863) y basada en la letra de Joseph Mohr (1789-1848), cuya primera audición tuvo lugar el 24 de diciembre de 1818 en la Iglesia de San Nicolás, ubicada en la población austriaca de Oberdof. Muchos lectores de este blog recordarán también Adestes fideles, con música y letra de John Francis Wade (1711-1786), así como la italiana Canzone degli Zampognari, cuya melodía inspiró a Frederick Handel (1685-1759) una de las arias de su famoso oratorio El Mesías (1742).
Además de las melodías profanas que reivindican el protagonismo de Santa Claus, en los Estados Unidos goza de gran popularidad Joy of the World escrita por Lowell Mason (1792-1872) basándose en el poema del británico Isaac Watts (1674-1748). Existen también, entre otras muy conocidas, la adaptación que de la obra original de Henry Wadsworth Longfellow (1807-1882) I Heard the Bells on Christmas Day, realizó al inicio de la década de 1950 el compositor norteamericano Johnny Marks (1909-1985), junto a What Child is This? con texto de William Chatterton Dix (1837-1898), cuya música se remonta a una canción tradicional inglesa Greensleeves, que aparece un par de veces en la comedia de William Shakespeare The Merry Wives of Windsor (1600-1601).
En España los villancicos han tenido gran aceptación y difusión. Uno de los más conocidos es A la nanita nana, cuya asimetría musical aparece reflejada en muchas de las composiciones folclóricas de la Península, y a la que cabría encontrar un cierto paralelismo con el género musical de la guajira cubana. No hay que olvidar la popular melodía Vamos pastores, vamos, de Evaristo Ciria (1802-1875), que suele acompañarse del rústico instrumento musical denominado zambomba. Menos conocido, pero de gran arraigo en Cataluña, es el tradicional villancico Fum, fum, fum, cuyos reiterados compases recuerdan a los de la sardana, baile coral típico de esa región.
Los villancicos llegaron a Latinoamérica formando parte de las tradiciones navideñas españolas, y se incorporaron con identidad propia en el folclore de cada país. Durante la celebración, en el mes de diciembre de las posadas en México, adquiere especial protagonismo el popular villancico El rorro. Sucede lo mismo en Perú con Rueda, rueda, que incorpora una melodía típicamente andina, que puede escucharse también en la conocida Palomita de Navidad de los hermanos Moisés y Dina Rodríguez Núñez. En Puerto Rico, uno de los más conocidos es el Villancico Yaucano, original de Amaury Veraz. A su vez, el compositor cubano Osvaldo Farrés (1902-1985) es el autor de la popular Navidad cubana, y es muy conocido e interpretado en la región de las Antillas el melódico villancico Campanitas cubanas de Alfredo Morales Mustelier fsc.
Para las personas que hablamos y sentimos en español el villancico es por antonomasia la melodía de la Navidad y, afortunadamente, no suele acompañar a la avalancha de anuncios publicitarios que circulan en las estaciones de radio y cadenas de televisión en esa época tan especial del año.
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El villancico y la Navidad son para toda la vida, es una tradición religiosa que ha trascendido para dar ambiente e imagen a toda una época del año. Esto lo demuestra tu artículo con un viaje por el tiempo y el mundo.
ResponderEliminarSiempre interesante y erditisimo, hay que ver lo bien que escribe vd. D Alberto. Navidad y cultura
ResponderEliminarQué bonito escrito! Habría que reincorporar los villancicos a nuestras calles de los pueblos y ciudades...He recordado con mucha nostalgia cuando los cantaba en el colegio. Y el fum, fum, fum cada año, también, Los pastorcillos. Qué bonita es la Navidad!!!!
ResponderEliminarMuy interesante conocer el origen y evolución de esta tradición popular. Por mi parte, agnóstica declarada, no concibo estas fechas sin villancicos, en casa estan presentes y en cuanto empiezan a sonar la infancia, y los recuerdos empiezan a danzar al mismo ritmo que sus notas. Me encantan todos, pero los mas populares, los que se cantaban en el barrio con los vecinos en nochebuena, aunque no tengan un reconocimiento musical me parecen maravillosos, reflejo de un modo de vivir la Navidad. Y eso sin detenerme en las letras que son caso aparte. Paloma
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