Mi amiga, María Rosa Granda Coterillo, ya fallecida, decidió al final de la década de los noventa del siglo pasado trasladarse a México para continuar su actividad como gestora financiera, cualidad heredada de su padre, José María Granda Fernández Flórez, excelente profesor y entusiasta emprendedor, que fue Rector de la primera Universidad Lasallista en América Latina, fundada en La Habana en 1957.
En sus frecuentes visitas a España me hablaba con su habitual y sencilla elocuencia de sus experiencias mexicanas y posteriormente panameñas, ya que fue una de las primeras en descubrir el potencial de ese país centroamericano en el comercio mundial. Me sorprendió, entre otras, su anécdota de que tenía contratado un seguro de secuestro por un millón de dólares, que le proporcionaba cierta tranquilidad para moverse por el país azteca.
Acercándose las fechas navideñas comentaba en una ocasión el significado y vigencia de las denominadas “posadas” en México. Se trata, nos decía, de una tradición típica del país que comienza nueve días antes de la Navidad, período que evoca el recorrido de la Virgen María y San José desde Nazaret a Belén, donde se visitan nueve casas de los vecinos que se reparten la celebración de cada día. Los elementos indispensables en cada casa suelen ser el nacimiento, diversos farolitos y adornos de papel, luces de bengala, cohetes, velas y, por supuesto, comida y bebidas típicas.
Formando un cortejo, las personas se dirigen a la casa elegida ese día con cantos tradicionales que se alternan entre los “anfitriones” (el grupo dentro de la casa) y los “peregrinos” (el grupo visitante) cuya letra concluye con el famoso estribillo: “Entren, santos peregrinos, peregrinos, reciban este rincón. Y aunque es pobre la morada, la morada, os la doy de corazón”.
Un elemento característico de las posadas mexicanas lo constituyen las piñatas (1) y el canto característico al ritmo de los golpes que la derriban: “Dale, dale, dale, no pierdas el tino. Porque si lo pierdes... ¡Cuás!”. Cuando la piñata cae al suelo, todos los niños y adultos se precipitan para obtener alguno de los regalos que contiene, concluyendo así la celebración en esa primera casa, dirigiéndose la comitiva a la siguiente hasta completar las nueve que requiere la celebración.
El origen de la celebración de las posadas mexicanas se remonta a 1587 cuando fray Diego de Soria obtuvo un permiso del Papa Sixto V para que, en los nueve días previos a la Navidad, en el Virreinato de la Nueva España se celebrasen Misas en los atrios de las Iglesias, que concluían con la lectura de pasajes bíblicos y la representación de algunas escenas que evocaban el nacimiento de Jesús, finalizándose con fiestas populares. En el transcurso del siglo XVIII esa celebración, aunque seguía realizándose en las Iglesias, comenzó a tener arraigo en los barrios y a celebrarse en las casas que eran objeto de la visita de los vecinos, sustituyéndose la música religiosa por cantos populares.
Nunca llegué a visitar a María Rosa en México donde, según su promesa, me recibiría en el hotel con un mariachi, contratado en la Plaza Garibaldi, para que me cantara “El rey”, la popular ranchera de José Alfredo Jiménez. Así era ella.
(1) Olla o maceta de barro o cartón o una estructura de alambre adornada con papel de colores y generalmente con siete picos, que en su interior contiene frutas, dulces, y otros premios. Las piñatas se cuelgan de una cuerda a lo alto para ser rotas con un palo o garrote por alguien, y que al romperse libera su contenido sobre los participantes en el juego.
Otro descubrimiento nos llega a través de ti: Las posadas mexicanas, no sabía de esta tradición mexicana y mucho menos su origen. Me hace reflexionar sobre los beneficios sociales de ciertos ritos religiosos que el pueblo transforma en tradiciones que sirven para reforzar el vínculo colectivo: vecinos que se juntan y van de casa en casa para celebrar una fiesta, como diríamos hoy "haciendo barrio". Los tiempos cambian, sin embargo, la necesidad de sentir que pertenecemos a un grupo humano con el que nos identificamos, continúa tan vigente como entonces. Siempre necesitaremos nuestras posadas. Alberto gracias como siempre por convertir tus vivencias en semillas de calorcito humano.
ResponderEliminarGracias Alberto por compartir tus experiencias. Disfrutamos mucho tus escritos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, tus hermsnos,
Antonio y Mechy
Siempre me sorprendes con tus relatos aprovecho para desearte feliz Navidad.
ResponderEliminarMuy interesante, tema que, al igual que otros que has tratado, desconocía. Gracias
ResponderEliminarBuenas noches:
ResponderEliminarSencillo , cosmopolita y placentero
Un fiuerte abrazo
Alfonso iñigo
Qué bien que compartas tus conocimientos. Me ha encantado la historia.. Gracias Alberto. María Jesús
ResponderEliminarMuy interesante Alberto, como todo tus artículos. Muchas gracias por darnos a conocer anécdotas e historias que aumentan nuestro conocimiento.
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