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Mi encuentro con la música


Notas al margen  -  Alberto Sala Mestres
15 de marzo de 2021

 
En mi casa siempre hubo un piano que era parte de la familia.  Ubicado en un lugar preferente del salón, era el objeto que salía primero y llegaba el último en las dos mudanzas que viví en mi niñez en las que observaba, con mirada de asombro, las especiales condiciones en las que se realizaba su transporte.

Mi relación con la música hasta mi adolescencia pasaba por la interpretación de ese instrumento que, frecuentemente, rechazaban mis oídos por la insistencia de mi hermano mayor, alumno del Conservatorio, en perfeccionar determinados pasajes de una misma partitura.

Recuerdo que cuando tenía 9 años me emocioné hasta el llanto al escuchar en un recital público el Concierto para violín en re mayor, de Brahms.  Ese curioso episodio fue interpretado por mi progenitora, que era muy religiosa, como una señal de Santa Cecilia para que me iniciara en el mundo de la música, pero ni la insistencia de mi madre, ni el esperado auxilio de la santa, lograron que acudiera al Conservatorio.

Aunque en la primera década de mi vida no sabía realmente la gran diferencia que existe entre escuchar el piano y poner con maestría las manos en el teclado, excepcionalmente recordaba por su ritmo y sencillez la interpretación que mi hermano realizaba de algunas danzas para piano, en especial Los tres golpes (Ignacio Cervantes, 1847-1905), cuya melodía he memorizado y recuerdo hasta el día de hoy.

Años después, una inesperada amistad me abrió las puertas del mundo maravilloso de la música.  Por azar, cuando tenía 27 años, coincidí en Ginebra durante varios años en el mismo organismo internacional donde ambos trabajábamos con Juana Heller, madre de la pianista Martha Argerich.  Juanita, como quería que la llamáramos, junto a su hermana Aída, solían organizar tertulias de un marcado carácter musical en su amplio apartamento de la Route de Florissant, a las que me invitaban frecuentemente.

En contacto con ese nuevo espacio de la música, para mí desconocido, afloró paulatinamente mi interés por el tema al relacionarme con las personas del entorno de Juanita y alentado por la figura de Martha, que tenía más o menos mi edad entonces.  A través de los años la he continuado viendo esporádicamente; la última vez en Madrid hace unos meses en el Auditorio Nacional de Música, donde interpretó el Concierto para piano Nº 1 de F. Chopin, partitura fetiche con la que obtuvo en febrero de 1965, con tan solo 24 años, el primer Premio del prestigioso Concurso Internacional de Piano Fryderyk Chopin celebrado en Varsovia.  

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Comentarios

  1. Precioso artículo, Alberto. He podido valorar la belleza de la vida a través de la música. Que maravilloso ese redescubrimiento con ella. Me ha encantado, como todos tus relatos.
    Felicidades. Saludos.

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  2. Buenas tardes:
    Cristalino y fluido, pena que no dedicaras tu tiempo a la musica, igual podia ser como tu estilo literario.
    Quiem ha tenido que mover un piano o escucharl las practicas en el puede entenderte mejor.
    Un fuerte abrazo
    Alfonso iñigo

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  3. Una pagina muy interesante, y llena de recuerdos familiares con los cuales me puedo identificar. Saludos. Mercita.

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  4. Gracias Alberto por hacerme participe de tus vivencias, sigue mostrándonos todo aquello que has vivido y relatàndolo con tanto detalle y sutileza
    Abrazo inmenso Margarita Llandres

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  5. Precioso Alberto. Creo recordar que de Martha me habías hablado en Ginebra, pero como bien decía tu madre "recordar es volver a vivir".

    Me ha gustado mucho. Saludos.

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  6. Excelente artículo, querido Alberto,en el recuerdas vivencias sobre la música.¡Qué experiencia tan interesante hablar de música y de cultura con una artista tan excepcional como Martha Argerich.
    Un abrazo.
    Luis.

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  7. Buen artículo Alberto, escrito con mucha sensibilidad. Está claro que no todo el mundo está llamado a la interpretación de un instrumento. Sé de personas cercanas que tras largos años de prácticas y aprendizaje han acabado repudiando un violín, un chelo o un piano. That's life

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  8. Este hermoso y sentido recuerdo me ha llevado a mis años de juventud en La Habana cuando tocaba piano. Recordé a mi profesora Carmelina Rey de Mier; el Conservatorio Internacional de María Jones de Castro donde aprendí solfeo, teoría y apreciación de la música, y luego mi primer y único concierto de piano que interpreté a Liszt y a Schumann, con las alumnas de Carmelina en el Lyceum de La Habana. Siempre me gustó la música; aprendí guitarra y pertenecí en el exilio a varios coros y luego dirigí uno en mi parroquia. Un largo recorrido musical. Me encanta Marta Argerich y tengo varios CD de ella. Es una excelente pianista. Gracias por compartir este hermoso escrito. Saludos!

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  9. Un placer leerte. Gracias por compartir tus recuerdos

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  10. Gracias Alberto, no dejas de impresionarnos, enhorabuena y sigue así.

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  11. Alberto!!!! Como me gustan tus escritos!!!!! No dejes de compartir porfa!!
    Y has sido un privilegiado! Que suerte! Que vida tan rica en experiencias!!! Un fuerte abrazo!!!

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  12. Descubrí la música "seria " no hace mucho, si lo comparamos con mi ya larga vida; a buen seguro, si te hubiera conocido antes, sabría distinguir alguna sinfonía, opera etc... pero creo que me gusta (buena frase esta ultima) porque me he sorprendido emocionado con alguna melodia y eso es una señal, según la película Pretty woman... En mi juventud, recuerdo que envidiaba a un amigo que tocaba la guitarra, porque ligabamos más con este rollo.
    Ahora te envidio a ti y a todos los que habéis tenido la suerte de gozar de este arte.
    Una vez más, admiro la forma que tienes de narrar tus recuerdos, sensaciones y vivencias, en el caso de la música haces que sienta que me he perdido mucho.
    ! Ah! por supuesto, siento no conocer a Marta
    Termino con una pregunta ¿crees que aún estoy a tiempo?
    un abrazo amigo

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