Notas al margen - Alberto Sala Mestres
15 de abril de 2021
Se conservan solo unos pocos documentos autógrafos de Miguel de Cervantes Saavedra (29 septiembre 1547 - 22 abril 1616) (1) . Curiosamente firmaba Serbantes (véase autógrafo supra), pero los editores de sus libros nunca respetaron la ortografía de su primer apellido, que usó en solitario en sus primeros años para añadirle posteriormente Saavedra, segundo apellido que con el paso de los años abandona al estampar su firma.
No sabemos dónde ni cuándo aprendió a escribir Cervantes, pero consta que alrededor de 1566 fue discípulo del maestro humanista y catedrático de gramática de la Villa de Madrid, el sacerdote Juan López de Hoyos (2), en el Estudio Público de Humanidades que se encontraba ubicado en la denominada calle del Estudio Viejo que figura en el mapa de Teixeira (1656). La casa, del siglo XVI, fue derruida en 1870 y en la fachada del actual edificio figura una placa que recuerda el pasado histórico del lugar. Actualmente la estrecha calle donde se ubica, de corto recorrido, se denomina Calle de la Villa y enlaza la calle Segovia con la calle Mayor.
Elisa Ruiz García, Catedrática emérita de Paleografía de la Universidad Complutense nos indica que "... la caligrafía de Cervantes es pausada, cuidada y elegante, aunque es cierto que, como suele ocurrir, en sus cartas a partir de la quinta línea el cansancio se apodera de él y cambia el trazado de la escritura" (3). Al analizar su escritura, concluye, el escritor optaba por el tipo de letra predominante en aquella época entre los maestros, la bastarda, frente a la redondilla de hoy en día.
Los expertos han analizado con precisión científica el conjunto de autógrafos de Miguel de Cervantes, eliminando errores y atribuciones falsas, y han determinado que hasta el momento solo son doce los auténticos documentos autógrafos de Cervantes. Nueve se encuentran en España, y tres en los Estados Unidos.
En España, el Archivo Nacional de Simancas (Valladolid) conserva seis; la Biblioteca Nacional (Madrid), uno; el Archivo Histórico Nacional (Madrid), uno; y el Archivo Municipal de Carmona (Sevilla), uno. En los Estados Unidos de América existen tres en el Rosenbach Museum and Library (Philadelphia).
¿Cómo llegaron los manuscritos de Cervantes a Philadelphia? Todo indica que fueron sustraídos del Archivo Nacional de Simancas a mediados del siglo XIX y aparecen después en París.
José Manuel Lucía Megía, Catedrático de Filología Románica en la Universidad Complutense y Presidente Honorario de la Asociación de Cervantistas, nos señala al abordar el tema que "... tres notas que acompañan a uno de los autógrafos permiten rastrear el periplo de estos documentos desde el Archivo de Simancas hasta su ubicación actual. La primera de las notas, manuscrita y fechada en París en 1849, la firma E. Drouyn de Lhuyz dando cuenta de su posesión. En 1864, J. M. Guardia publica Le voyage au Parnase (una nueva traducción al francés de la obra cervantina), y además de dar a conocer el texto y una particular biografía de su autor, incluye un facsímil de uno de los autógrafos sustraídos en Simancas, señalando que Feuillet de Conches posee tres autógrafos de Cervantes" (4).
Con el tiempo, los sucesivos fallecimientos y las herencias -indica el Profesor Lucía Megía- los autógrafos cayeron en manos de varios libreros hasta que, a principios del siglo XX, el hispanista A.S.W. Rosenbach los adquirió: uno de ellos al librero londinense Maggs, y los otros dos al anticuario parisino Meyer. Los tres se exhiben, desde 1934, en el Rosenbach Museum and Library ubicado en Philadelphia.
En una carta manuscrita de Cervantes, con fecha 17 de febrero de 1582, que se conserva en el Archivo Nacional de Simancas (Valladolid) -donde la archivera Concepción Álvarez de Terán la descubrió en 1954- podemos encontrar detalles poco conocidos. El texto nos revela que Cervantes quería irse a América, y así expresa por escrito al Rey su deseo de ocupar una plaza vacante en Ultramar. La carta se la dirige Cervantes (que entonces tenía 34 años) al Secretario del Consejo de Indias, del que no obtuvo la respuesta esperada.
Cabe preguntarse entonces si, en el caso de que Miguel de Cervantes hubiera emigrado a América, ¿habría escrito El Quijote? Nunca lo sabremos.
He realizado frecuentes viajes a Philadelphia por motivos familiares. Mis dos hermanos mayores emigraron a los Estados Unidos de América al inicio de la década de 1960 y se establecieron en esa ciudad. Sus hijos y nietos forman la rama norteamericana de nuestra familia.
El colono inglés William Peen fundó Philadelphia en 1682, eligiendo ese curioso nombre que significa "la ciudad del amor fraternal" (compuesto por philos "amor" y adelphos "hermano"). En el siglo XVIII era la urbe de habla inglesa más importante después de Inglaterra.
Se pueden recorrer actualmente algunas calles de la ciudad original, con sus típicas casas alineadas del siglo XVIII, algunas de ellas convertidas en museos. Entre ellas, destaca el Independence Hall, edificio de ladrillo rojo de estilo georgiano, construido entre 1732 y 1753, lugar donde los delegados de las trece colonias en las que entonces se dividían los Estados Unidos firmaron un documento, el 4 de julio de 1776, cuya redacción final estuvo a cargo de Thomas Jefferson.
En ese texto, conocido como Declaración de Independencia, se reconocía la libertad de todos los hombres y su igualdad en cuanto a derechos y deberes, y se proclaman las razones por las que se declaraba la independencia del territorio norteamericano.
La campana original, ubicada en lo alto del Independence Hall, convocó a la reunión de los delegados y es conocida con el nombre de Campana de la Libertad (Liberty Bell). Se conserva, desde 2003, dentro de una urna de cristal blindado en el cercano Liberty Bell Center. Pesa 943,4721 kilos, y tiene un 0,9144 metros de alto con un diámetro de 3,6576 metros y se fabricó en la Whitechapel Bell Foundry (Londres) en 1752, utilizándose el bronce con una aleación de cobre y estaño. Ha sufrido varios desperfectos a través de los años, entre los que destaca una visible grieta de grandes dimensiones. Desde 1846 no se ha vuelto a utilizar.
Las personas que no suelen leer los libros de historia recuerdan a Philadelphia en las imágenes de la película Rocky (1976), donde en una de las secuencias el protagonista Sylvester Stallone, en un entrenamiento deportivo, sube velozmente los 72 escalones que dan acceso al Philadelphia Museum of Art (1928). En mis visitas a la ciudad he podido ver a varias personas emulando la hazaña del actor, cuya estatua figura en un lugar cercano para que se pueda inmortalizar en una foto la proeza realizada. Nunca he tenido interés en emular esa rareza deportiva, y prefiero para mis recuerdos la escalera más famosa del mundo (135 peldaños), ubicada en Roma, por la que se accede desde la Piazza de Spagna a la Chiesa della Trinità dei Monti.
(1) Miguel de Cervantes Saavedra, ficha biográfica, Real Academia de la Historia, Madrid.
(2) Don Juan López de Hoyos y de Santiago, ficha biográfica, Real Academia de la Historia, Madrid.
(3) RTVE, Noticias, 28 de enero de 2016.
(4) El Cultural, Madrid, 9 de octubre de 2015.
Cómo siempre tu artículo me parece muy interesante, se lo he remitido a un compañero con el que hice un curso sobre El Quijote, él me comenta se lo manda al profe, especialista en Cervantes. María Jesús
ResponderEliminarUn artículo erudito, como todos los tuyos, gracias Alberto.
ResponderEliminarMuy interesante el artículo Alberto.
ResponderEliminarAlberto genial tu artículo sobre Cervantes.
ResponderEliminarUn abrazo
Como siempre Alberto nos abres ventanas de conocimiento y curiosidades que nos hacen la vida más feliz, por unos instantes paseamos junto a Cervantes unos sentados a escribir con él. Vemos su pluma, papel e imaginemos su vida no conocida. Gracias Alberto, esperamos ansiosos tus letras escritas con dedicación y cariño.Paloma
ResponderEliminarMe encantan tus artículos Alberto. Eres un pozo de sabiduría y se nota que te gusta investigar. Me pregunto si tienes un GPS en el cerebro porque controlas de maravilla. Abrazo chillao.
ResponderEliminarMuy interesante lo de Cervantes que le voy a pasar a un amigo pintor, José Grave de Peralta en Roma, enamorado de la antiguedad, la mitología y las leyendas que dibuja con asiduidad. A mi me hizo recordar un viaje a Filadelfia, Nueva York y las Cataratas del Niágara hace 4 años. Muchos saludos.
ResponderEliminarBuenos dias: Erudito, fresco y cristalino, como siempre, ademas esta vez familiar , ( y de un buen humor elegante , en un sentido muy fino"para aquellos que no suelem leer libros" de la misma forma que en la referencia a la gesta deportiva)
ResponderEliminarMuchas Gracias
Un abrazo
Alfonso Iñigo