Ir al contenido principal

Un diente en el espejo

 



Notas al margen  -  Alberto Sala Mestres
15 de julio de 2021

Recientemente, y por sorpresa, se me ha caído un diente, el número 14 exactamente, que los odontólogos así numeran según un sistema universal, y he observado en el espejo el hueco que dejaba su ausencia.  En realidad, solo pude ver una pequeña parte del diente original, sobre cuya base el Dr. Schmoker había realizado en Ginebra, hace décadas, una laboriosa reproducción de su homólogo ubicado al otro lado de la encía.

La odontología ha avanzado de forma vertiginosa en las últimas décadas y algunos de mis amigos septuagenarios tienen ahora una dentadura esplendorosa, diríamos como de publicidad en cualquier campaña de promoción de un dentífrico o elixir bucal.  Así, incluso sin quererlo podemos observar, en ocasiones, el evidente contraste entre una acrisolada sonrisa y los surcos que, en su entorno, marcan sin remedio los años.

Por otra parte, los avances de la cirugía estética han progresado de tal manera que provocan el deseo de volver a vernos en el espejo tal y como fuimos en otras épocas de nuestra vida. Esa actitud del ser humano no es reciente. En el siglo XVI Juan Ponce de León (1465-1521) buscaba frenéticamente la fuente de la juventud (1), cuya ubicación habían señalado los aborígenes en un lugar denominado Bimini, en el archipiélago de las Bahamas, con la siguiente descripción "fuente que hacía rejuvenecer o tornar mancebos a los hombres viejos" (2).  Ya en el siglo XX, Walt Disney (1901-1966) utilizaba en Blancanieves (1937) el reflejo de un espejo para reafirmar la primacía de la joven protagonista frente al declive progresivo de la malvada bruja.


Buscamos la belleza en todas partes, sin saber a ciencia cierta su ubicación.  El arte en todas sus manifestaciones nos indica un camino, la literatura nos muestra hallazgos insospechados del lenguaje, la música inspira sentimientos bellos o nostálgicos. La naturaleza, en fin, es un reflejo fiel del término y las estaciones podrían marcar la belleza de las diferentes etapas de la vida humana.  

La belleza puede llegar a ser incluso una quimera, y la filósofa María Zambrano (1904-1991) nos dejó escrito en 1939 la siguiente reflexión:  "Entiendo por Utopía la belleza irrenunciable, y aún la espada del destino de un ángel que no conduce hacia aquello que sabemos imposible" (3).

El físico de un ser humano siempre puede ser bello si se añade a su percepción la edad, que es su balanza correspondiente. Niñez, adolescencia, juventud, madurez e incluso la senectud tienen una belleza propias. A su vez, parece evidente que el término “tercera edad” tendríamos que ampliarlo, añadiendo varias denominaciones anteriores para identificar así todas las etapas de la vida.

Pero también existe una belleza que no es visible y que se desarrolla con los años en nuestro interior, ayudándonos con sosiego a contemplar la paz del espíritu y la aceptación de ser tal y como somos.   Esa es la fortaleza de la vejez.

Con el paso de los años, aprendemos a valorar que la mirada de los abuelos suele transmitir sosiego y sabiduría.


Nota:  Ya tengo un diente nuevo y, por supuesto, me lo he mirado en el espejo.

(1)  Algunos historiadores, entre ellos Peter Glum, indican que la fuente que figura en el panel central del tríptico El jardín de las delicias (Jerónimo Bosch “El Bosco” 1450-1516) que se exhibe en el Museo del Prado, es la fuente de la juventud, un motivo muy extendido en la pintura del siglo XVI.  

(2)  Juan Ponce de León, ficha biográfica, Real Academia de la Historia, Madrid.

(3)  María Zambrano, Filosofía y Poesía, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1996, 119 págs. Texto citado en A modo de Prólogo, pág. 9.


____________________


____

Comentarios

  1. No he podido evitar sonreír tras la lectura de esta entrada, tan diferente a las que nos tienes acostumbrados. He pensado en la 'Historia de la belleza' de Umberto Eco, y en cómo las construcciones sociales y culturales esculpen lo que es bello. Si antiguamente la piel clara y el cuerpo 'rubensiano' era sinónimo de opulencia y, consecuentemente, de belleza, ahora llevamos al límite nuestros cuerpos para obtener un resultado opuesto.
    La belleza es física, y dentro de la física, están los matices indeterminados de cada uno. Es también química, la inexplicable, inexorable y definitiva.
    La belleza es un diente, una dentadura entera...y, sobre todo, una sonrisa

    ResponderEliminar
  2. Un refrescante y original artículo, que va cogiendo nivel línea a línea. Una nueva sorpresa, de agradable lectura.

    ResponderEliminar
  3. Enorme habilidad, Alberto, para elevar la reflexión sobre un hecho, la caída de un diente -que tiene su importancia en determinadas circunstancias-, a la búsqueda de la belleza y su sentido en cualquier edad, valorando la interior y profunda que transmite sosiego y sabiduría.

    ResponderEliminar
  4. Buenos dias Alberto
    Como siempre, cristalino, agil y elegante.
    Un fuerte abrazo
    Alfonso g riera

    ResponderEliminar
  5. Me encanta tu artículo, como siempre, y me ha hecho reírme de mis "patas de gallo".

    ResponderEliminar
  6. Muy interesante leer como enfocas las cosas de la vida. Disfruto mucho tu manera de verla.

    ResponderEliminar
  7. José Edery Benchluch20 de julio de 2021, 12:25

    Magnífico y entretenido artículo. No conocía esa faceta del autor, tan descriptiva, idealista y epicúrea. Le pido que siga escribiendo y alegrándonos con sus escritos.

    ResponderEliminar
  8. Muchas felicidades por tu artículo. Me ha encantado la belleza de las palabras del mismo. Gran relato!!!
    Cristina Cao

    ResponderEliminar
  9. Me ha encantado como siempre, por tu forma ágil de escribir que convierte lo cotidiano en literatura. En espera de tu nuevo artículo. Un abrazo, María Jesús

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Alberto tu ingenio solo es superado por tu mirada ancha de la vida. Gracias compañero!

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Cuatro gatos

Notas al margen   -  Alberto Sala Me stres 15 de septiembre de 2024 La expresión "cuatro gatos" indica exactamente lo mismo que "poca gente", o sea un número pequeño o escaso de personas.    Hace unos años en un viaje a Valencia, recorriendo la calle Museo en el barrio medieval de El Carmen, me encontré junto a un arco de medio punto la curiosa inscripción en azulejo que puede verse supra .  Se trata, nada más y nada menos, del resumen de una leyenda sobre la citada expresión.  Si se afina un poco la vista se puede leer en idioma valenciano (traducido al español):  "En memoria de los cuatro gatos que quedaron en el Barrio de El Carmen en el año 1094.  Nunca se les escuchó un maullido más alto que otro".  La inscripción recuerda la leyenda de los gatos del citado barrio, en la que se narra que alrededor del siglo IX los gatos eran apreciados por los árabes, pero los cristianos los consideraban animales malditos, portadores de malos auguri...

¡ Al carajo !

Notas al margen   -  Alberto Sala Me stres 15 de noviembre de 2024 Cuando utilizamos la expresión ¡Vete al carajo! lo hacemos para que alguien desaparezca de nuestra vista porque nos sentimos molestos con esa persona. Si consultamos el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua la palabra carajo encontramos como definición:  miembro viril .  A continuación se identifica también como interjección para expresar sorpresa, contrariedad, etc. añadiéndose la expresión malsonante al carajo , para indicar un fuerte rechazo de algo o de alguien; el adjetivo del carajo como muy grande o muy intenso que en su forma despectiva sería algo despreciable, enfadoso o molesto; la locación verbal irse algo al carajo para identificar lo que se estropea o tiene mal fin; la locación verbal mandar alguien al carajo como expresión de rechazo con insolencia y desdén; la expresión qué carajo que supone una fuerte negación, decisión, contrariedad, etc.,  y la locució...

El apellido Sala y la historia del daiquirí

Notas al margen  -  Alberto Sala Me stres 15 de septiembre de 2020 El apellido  Sala tiene sus raíces documentadas en Cataluña desde el siglo XVI, y consta que mi familia estuvo asentada en Lloret de Mar, una población marinera del litoral mediterráneo de la provincia de Gerona, desde los inicios del siglo XIX.  Mis hermanos y yo tenemos seis apellidos catalanes encadenados uno detrás de otro, lo que no deja dudas sobre nuestros orígenes ahora que, en algunos países entre los que destacan los Estados Unidos de América, se ha puesto de moda hacerse un análisis de sangre para determinar el porcentaje que se pudiera tener de sangre europea, americana o africana. La emigración catalana a América tuvo un gran auge a mediados del siglo XIX, especialmente hacia Cuba, México y Argentina. En La Habana, ubicado en la esquina de las calles Obispo y Montserrate se encuentra ubicado un establecimiento de reconocida fama internacional: el Café Restaurante La Florida, conocido fam...