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Los camerinos y el olor del teatro

 



Notas al margen  -  Alberto Sala Mestres
15 de octubre de 2021

El teatro es un recinto mágico donde los espectadores esperan desde su butaca, con una disimulada ansiedad, a que se levante el telón de boca, curioso artilugio que se comenzó a utilizar en 1880 de forma profesional en Londres para marcar visualmente los cambios de escena.  Generalmente fabricados en tela roja, los que suben se llaman telones alemanes o franceses, mientras los que se abren hacia los lados se denominan telones griegos.

Como sucede con todos los espacios cerrados, los teatros tienen un olor característico según su antigüedad, ubicación y estructura propias, aroma que la ventilación mecánica dispersa y atenúa.  No se trata en todo caso de emanaciones desagradables; el olfato percibe un espacio habitado -quizás por el arte- que evoca la intimidad de una casa, o incluso la de un salón familiar. 

Al otro lado del patio de butacas se encuentra el escenario, un espacio que es en sí mismo un mundo diferente.  Gracias a mi amistad desde la adolescencia con Ricardo Cué, conocí en algunas ocasiones ese lado oscuro para el espectador, y como el personaje de Alicia ideado por Lewis Carroll, pude atravesar el espejo y conocer ese ámbito reservado a los creadores del arte.

En el escenario, cara al público, el protagonista actúa, baila o interpreta de forma coral o individual.  Moverse en ese lugar cuando está semivacío produce la extraña sensación de ser un intruso.  Los bastidores lo enmarcan y el resto de los telones paralelos (llamados patas o cajas) crean calles por donde los actores entran, salen y esperan de pie su momento sin ser vistos "entre bambalinas".

Hace unos años, en el transcurso de una presentación y rueda de prensa de la bailarina Tamara Rojo en el Teatro Calderón (Madrid), antes de su traslado meses después a Londres, me encontraba en el escenario de espaldas a la platea mientras mantenía una conversación junto a Ricardo y Tamara cuando, por despiste, cometí el error de retroceder algunos pasos precipitándome al foso de la orquesta.  Afortunadamente, la malla que protegía ese espacio impidió un accidente de consecuencias desconocidas.  Hasta el momento ha sido mi única y estrepitosa actuación en un escenario. 

Por su antigüedad y la leyenda de los que lo han utilizado, el camerino de los teatros tiene en ocasiones un toque fetiche, y circulan curiosas leyendas.  En España es conocida la del Teatro Lara (Madrid) donde se supone que habita el fantasma de la artista argentina Lola Membrives (1885-1969), que actuó en numerosas ocasiones en su escenario.  Existen varios testimonios de actores que aseguran que la han visto cantar en el que fue su camerino.

Al entrar en uno de esos curiosos habitáculos podemos ver con frecuencia los típicos espejos, enmarcados por bombillas de diferente intensidad.  En ese reducido espacio los protagonistas se cambian de ropa y se maquillan, con el hechizo de un recogimiento en el que no solo se transforman visualmente con el vestuario adecuado, sino que se convierten emocionalmente en el personaje que van a interpretar.

Se abre lentamente el telón.  El público aguarda y a los intérpretes se les acelera el pulso a medida que abandonan lentamente o con prisas, según el momento de la actuación, su camerino.  El autor de este artículo hace imaginariamente mutis por el foro, deseando que el dios griego Apolo, comience a insuflar en la mente de los lectores la magia del arte para su disfrute.

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Comentarios

  1. Muy ameno, como siempre. Un abrazo para tí y los tuyos.
    Román

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  2. Buenas tardes Alberto:
    Delicioso, erudito y encantador
    ¡Gracias!
    Un fuerte abrazo
    Alfonso Iñigo

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  3. Gracias Alberto, por estas notas que tanto me gustan. En el instituto hice algo de teatro, comedia, recuerdo que no veía al público desde el escenario, era un teatro en toda regla, con camerinos ... y es cierto lo que dices del olor, aunque con el tiempo parece que todos los de españa se pusieron de acuerdo y compraron el mismo ambientador, las cortinas eran de una especie de terciopelo granate y pesadisimas, yo pensaba que nunca las quitaban para lavarlas y que con el tiempo serían más rígidas por la acumulación de porqueria. Hablando de porquerías, en el de mi pueblo había escupidera en el hall y se podía fumar en la sala y la vez, comerte una bolsa de pipas, aún no habían llegado las palomitas.
    Bueno no me enrollo más, te debo otro abrazo

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  4. Gracias Alberto. Por tan detallado relato sobre ese maravilloso lugar como es el teatro. Me ha encantado! Es curioso saber toda la magia que envuelve ese entorno. Me encanta el teatro, he disfrutado mucho reconociendo esos detalles que tu describes. Absolutamente el teatro te transporta a través de la imaginación a la belleza de un sitio mágico. Un abrazo.

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  5. Alberto, como los buenos actores, nos sorprendes con tu amplia variedad de registros. El teatro, la representación teatral, es un mundo mágico que admiro, y tu artículo me ha dado una visión íntima y diferente del mismo. De nuevo gracias y no dejes de sorprendernos.
    Un abrazo

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  6. Paloma Morales Sama18 de octubre de 2021, 20:40

    Alberto hoy tu blog nos ha llevado al teatro y como siempre con tus palabras has hecho magia. Hemos "olido" a teatro y llevas toda la razón, el teatro despierta todos los sentidos el tacto de las cortinas, el color y por supuesto el olor de las telas mezclado de la madera de las butacas. Qué gran invento! Muchas gracias por este paseo de hoy.

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  7. Alberto, muy interesante artículo en el que, en mi opinión, logras transmitir ese ambiente de misterio y magia que sentimos ante una representación teatral, algo que se crea en ese momento y que, por tanto, es único e irrepetible. Artículo, además, en el que aclaras conceptos como la diferencia entre los telones alemanes y franceses y los telones griegos, y en el que expresas muy bien el ambiente sui generis de los camerinos. Un abrazo. Luis.

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  8. Muy bueno tu artículo. Y voy a añadir algo: he estado en un escenario interpretando en el instituto italiano di cultura en Madrid, y solo al estar arriba me dí cuenta de que, lo que llaman "cuarta pared" es decir, la zona donde está el público, no es invisible para el actor. Sólo estando subidobal escenario te das cuenta de que se ven las caras del público. Te quedas de piedra cuando les ves ahí mirando fijamente a los actores. Puffff menos mal que se te pasa el susto enseguida.

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  9. Muy ameno, erudito, eres un genio!! Muchas gracias por hacernos partícipes de tu saber. María José Blanco

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  10. Alberto, en este artículo, con los detalles que describes, logras integrarnos en ese mundillo mágico y maravilloso que es el teatro. Cuando escribes tus artículos sueles hacerlo con mucho sentido del humor, dando cuenta de las vivencias y anécdotas que te han ocurrido. Lo acertado de tus escritos en el blog es que siempre me quedo con tus pinceladas de ingenio y saber. Gracias por tus artículos.

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