Notas al margen - Alberto Sala Mestres
15 de enero de 2023
En
el periodo 1975-1987, al margen de mi trabajo como funcionario
internacional estuve a cargo, junto con Emilio García Montón y María Teresa Pozas, de la programación del cine en español
en el Palais
des Nations,
sede de la Oficina de Naciones Unidas en Ginebra (ONUG). Durante
esos años mantuve una cordial relación de amistad y colaboración con
Lola Millás (1941-2019), que residía en Madrid, experta
cinéfila que me incitaba a ver las películas de diferente manera o
con otros ojos.
Entre los comentarios que recuerdo de ella, opinaba que en el lenguaje visual
del cine no es fácil morirse y que una muerte mal filmada puede
parecer una burla al espectador. Resumo a continuación varios
fallecimientos cinematográficos que me vienen a la mente, confiando en la
memoria de los lectores aficionados al cine, a quienes invito a añadir
algún comentario. Siendo
el cine en muchas ocasiones un reflejo de la vida misma, no es de
extrañar que el episodio de la muerte, violenta o plácida, se
repita con frecuencia.
Quizás la escena más filmada de muertes
violentas que se asemeja casi a un genocidio, ha sido la de los
indios en los Westerns o películas del Oeste norteamericano. Se podría afirmar que los indios americanos han sido exterminados en
dos ocasiones, históricamente en la conquista y colonización de su
territorio y visualmente en la pantalla.
Aunque
Walt Disney no suele recurrir a este tipo de escenas en sus dibujos
animados y solo en
Pocahontas
(1995) se plantea un desenlace infeliz, muchos espectadores recuerdan
la muerte de la madre de
Bambi
(1942) como un episodio que marcó su infancia por la especial
sensación de soledad que transmitía la escena. A su vez, la
protagonista de
Blancanieves
(1949), se había quedado aparentemente muerta tras comer la manzana
que le ofrecía la malvada bruja, aunque en realidad disfrutaba de un
sueño feliz en medio del bosque cuando fue sorprendentemente
interrumpida por el príncipe.
Hay
muertes cinematográficas cuyo planteamiento no deja de ser original,
como ocurre en la secuencia del accidente mortal de uno de los
protagonistas, interpretado por Alec Guinnes (1914-2000) en
El
quinteto de la muerte
(Alexander Mackendrick, 1955), quien en su huida del lugar del
atraco que acababa de realizar escala un poste de señales ferroviarias en las
proximidades de la Victoria
Station
en Londres y, al producirse un cambio en la señalización, recibe un
certero golpe en la cabeza por uno de los brazos giratorios del
sistema.
Especialmente
sádica fue la secuencia de La
loba
(William Wyler, 1942), en la que se muestra la larga agonía de
Herbert Marshall en silla de ruedas, buscando ese frasco de pastillas
que Bette Davis le ha escondido intencionadamente, así como es
singularmente rocambolesca la actuación asesina de Paul Newman en La
cortina rasgada
(Alfred Hitchcock, 1966) estrangulando y, a la vez, arrastrando a la
víctima hacia el horno de una cocina.
Un trágico final que conmocionó a los espectadores de la época en España fue el suicidio de Eloísa en la secuencia final de El mundo sigue (Fernando Fernán Gómez, 1963).
Conmovedor
e irónico fue el final de Muerte
en Venecia
(Luchino Visconti, 1971) donde Dick Bogarde agoniza, sentado frente a
la playa, mientras se deslizan en su frente gotas de sudor mezcladas
con el coqueto tinte negro capilar.
Ejemplo
de fino refinamiento erótico oriental lo configura el comportamiento
de Sanina en El
imperio de los sentidos
(Nagisa Oshima, 1976), que estrangula a su amante buscando obtener el máximo placer, y espeluznante sin duda es el estallido
que se produce en la cabeza de Peter del Monte en Scanners
(David Cronbenberg, 1980) que le ocasiona la muerte instantánea en
la sala de conferencias canadiense, cuyas paredes quedan ensangrentadas.
Un
accidente automovilístico es la causa del fallecimiento de Sherilyn
Fenn en Corazón
salvaje
(David Lynch, 1990), quien agoniza caminando entre los restos del
automóvil y como último deseo le inquieta la búsqueda de su lápiz de labios.
La
muerte accidental de Keitel, el teniente malo, en Bad
Lieutenant
(Abel Ferrara, 1992) deja en el anonimato a su asesino, disperso en
medio del bullicio callejero, que enmudece al imponerse lentamente
el sonido de una triste melodía.
Para
concluir esta breve reseña, muchos espectadores recordarán el minucioso cronometraje de la
secuencia rodada en 1994 por Peter Jackson en Criaturas
celestiales,
que muestra el parricidio perpetrado por Pauline Yvonne Parker y su amiga
Juliet Marion Hulme en plena excursión campestre. Hay
que señalar también que un récord curioso lo ostenta Alain Delon (n. 1935), quien ha sido el actor que en más ocasiones ha fallecido en la
pantalla; en total veintiuna, con la particularidad de que
en Historias
extraordinarias / episodio William Wilson
(Louis Malle, 1968), primero actúa como asesino y después como
suicida.
Es
probable que algunos lectores de este blog hayan visto una o varias
de las películas reseñadas y compartan mi opinión de que los
directores de cine han intentado agotar las posibilidades de
mostrarnos el tránsito de una vida, pero la imaginación de los
guionistas seguirá sorprendiéndonos para que pensemos que lo más
difícil en el cine (salvo algún guion histórico, como es el caso de la agonía de Felipe I de Castilla "el hermoso" en Juana la loca (Vicente Aranda, 2001), es morirse en la cama.
En todo caso, y con referencia a los espectadores, cito una frase que en una ocasión le oí decir a José Luis Garci: "... el cine es una vida de repuesto".
Otro asunto interesante, no dejas de sorprenderme, !que abanico de vivencias! Sigue con tus relatos por favor.
ResponderEliminarQuerido Alberto: veo que te unes al inexplicable ninguneo que sufren los vampiros en todos los aspectos; en el de sus crueles asesinatos, mediante pestíferos ajos, o torticeros usos de venerables crucifijos, ejecutados por los soi dissants buenos, que por ello suelen disfrutar de general aprobación.
ResponderEliminarPor no hablar de la sádica ejecución de Hal 9000 en 2001 una odisea del espacio.
Por lo demás, me alegro siempre de recibir tus amenas consideraciones.
Como sirmpre nos sorprendes con tu conocimiento sobre una gran variedad de temas. En concreto este me ha parecido interesantisimo, pues el cine es una de mis aficiones. Desde el comienzo de tu artículo estaba recordando a Dick Bogarde..como olvidar esa mítica escena.
ResponderEliminarUn abrazo,
María Jesús
Mercita
ResponderEliminarSiempre es una alegre sorpresa tu blog. Gracias por mantener tus tan interesantes escritos
Mi querido Alberto. ¡Cuánto sabes de cine! Me ha encantado leer tu nuevo artículo, con inclusión de los directores y año de estreno de las películas. Reconozco que en mi vida no he frecuentado mucho las salas de cine. Me gustan las películas con mensaje, positivas y emocionantes. Sin embargo, me cuesta ver una película hasta el final si, según mi criterio, se comete una injusticia. Luego de verla me voy a la cama ronroneando el porqué de esto o aquello durante una o dos horas... Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Alberto, una de mis pasiones es el cine, pertenezco a un club desde hace unos años y estoy de acuerdo con tus observaciones sobre la muerte en el cine, porque lo más difícil en este arte es transmitir sensaciones. Siempre que he visto la muerte de un personaje he puesto mucha atención a los detalles, si respira.. si hay un mínimo parpadeo.... y alguna vez he pillado a algún "no muerto". Me has hecho dar un repaso a las muertes que relatas y confieso que no sabía que Alain Delon había muerto tantas veces.
ResponderEliminarMuchos de los actores y directores de estas películas ya han muerto, me pregunto si les habra ayudado en algo en su último momento.
Buenos dias;
ResponderEliminarRelajante y cálido pero culto e intelectual
Enhorabueba¡!
Un fuerte abrazo
Alfonso Iñigo
Qué inquietante artículo! Me gusta el cine pero no las pelis que se recrean en escenas de muertos ni las que ocupan gran parte del tiempo en esas escenas. Aún recuerdo "Guardianes de la galaxia", en la que morían y morían aliens, humanoides y humanos, heroicos de Nova Corps, a consecuencia, básicamente, de las explosiones a gogó que inundan la cinta.
ResponderEliminarMe quedo con "Mujercitas" porque Beth y la tía March mueren de "muerte natural".
Gracias Alberto, algunas no las he visto y lo haré. Pero me acuerdo de una escena impresionante aunque no se ve la muerte, los dedos de Orson Welles saliendo por la rejilla de la alcantarilla de Viena mientras muere en El tercer hombre.
ResponderEliminarInteresante artículo, con temas y datos poco conocidos.
ResponderEliminarQué interesante tema nos plantea esta vez en tu blog: como el cine ha afrontado la muerte. Has hecho un espléndido repaso a "muertes" memorables de películas extraordinarias, yo quiero añadir Dublineses de Jhon Huston, deliciosa película sobre la muerte en la que nadie muere y sin embargo, sentimos en cada escena la presencia de los seres queridos que ya no están y sin embargo nos acompañan mientras los recordemos. Para mí, sin duda, mi favorita.Si no la has visto te invito a verla.
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