Ir al contenido principal

Los naranjos de Sevilla


Notas al margen 
 -  Alberto Sala Me
stres
15 de abril de 2023

Paseando junto a Lola por Sevilla esta primavera observamos que el impacto visual de los naranjos en la ciudad es sorprendente. Cuando llega esta época del año y los árboles vuelven a florecer, las calles se adornan con el color naranja de sus frutos, el blanco prolifera en sus flores y el verde oscuro destaca en las hojas perennes. Sutilmente, la fragancia de la flor del azahar invade cada calle de la ciudad, acompañando el recorrido con ese aroma tan característico.  Huele a limpio, diría mi madre.

El encuentro con los naranjos se produce en cualquier lugar:  al atravesar una plaza, al doblar una esquina, serpenteando las callejuelas para atisbar La Giralda desde un ángulo inesperado... los naranjos te acompañarán siempre.

De origen chino, los naranjos fueron introducidos en Sevilla por comerciantes genoveses en el transcurso del siglo X, y los musulmanes se acostumbraron a plantarlos ya que existía la leyenda de que el árbol favorecía la felicidad de su dueños. En la actualidad Sevilla es la ciudad con más naranjos del mundo, alrededor de 40.000, recogiéndose cada año 1,2 millones de kilos de naranja amarga, que desde principios del siglo XX se utiliza para elaborar mermeladas particularmente apreciadas por los británicos.

El naranjo llegó a América en el segundo viaje de Cristóbal Colón, según indica fray Bartolomé de las Casas en su Historia de las Indias, al señalar que desembarcó en La Española (Haití) el 22 de noviembre de 1493, y a la vista del estado de destrucción en que se encontraba el Fuerte Navidad (cerca del actual Cap Haitien), que había  fundado en su primer viaje, Colón decidió abandonarlo estableciéndose en un lugar próximo que recibió el nombre de La Isabela. Fue en ese espacio, situado en la costa norte de la actual República Dominicana, cerca de la ensenada de Puerto Gracia, donde sin duda se sembraron las semillas de naranjos que habían transportado con ese fin.

Durante mi etapa universitaria en Madrid realicé, en los inicios de la década de 1960, un primer viaje a Sevilla en compañía de mi amigo (y posterior sobrino), Jesús.  Contábamos con recursos muy escasos y viajamos en tren en lo que entonces se denominaba tercera clase (1), que tenía asientos de madera, alojándonos un par de días en una modesta pensión. 

Recuerdo que una de las primeras visitas que realizamos fue al Patio de los Naranjos adjunto a la Catedral (solo veíamos lo que era gratis) desde donde podía observarse una espectacular vista de la cercana Giralda. Disfrutaba absorto del majestuoso monumento cuando, de improviso, un traspié provocó que mi pierna derecha se introdujera en el canal de riego de los árboles, con la consiguiente humedad en la vestimenta que me acompañó durante varias horas. Recuerdo ahora, con una sonrisa, ese percance advirtiendo a los lectores de esa particularidad del recinto por si lo visitan en alguna ocasión.


(1)  La tercera clase en los ferrocarriles españoles (RENFE) se suprimió en 1967.




Comentarios

  1. Como siempre tus relatos son de una gran frescura, nos sorprendes con los temas más variados y nos aportas conocimientos a la vez que nos transportamos con la imaginación a olores y lugares conocidos o por descubrir. Gracias. María Jesús


    ResponderEliminar
  2. Querido Alberto: en tu artículo hay poesía, prosa y conocimiento, esta vez de nuestra querida Sevilla y sus característicos naranjos.
    Gracias por compartirlo

    ResponderEliminar
  3. ¡Cuánto aprendemos con lo que nos cuentas! y, además, con la descripción que hoy nos haces consigues que con la vista, el olfato, y también el gusto recordemos a esas naranjas amargas que nos arrugan la nariz y hacen llorar los ojos. Toda una paleta de colores que nos invita a añorar Sevilla, a la que vuelves y vuelves mil veces. ¡Gracias!

    ResponderEliminar
  4. Muy evocador, describe perfectamente Sevilla

    ResponderEliminar
  5. Gracias querido hermano Alberto por tus comentarios "Al Margen", siempre interesantes. De ti hemos aprendido mucho. Un fuerte abrazo.
    Antonio y Mechy

    ResponderEliminar
  6. Querido Alberto, hasta para contar cómo metiste el pie en una acequia tienes arte. Que envidia...un abrazo

    ResponderEliminar
  7. Teresa Fernandez Soneira15 de abril de 2023, 19:35

    Agradable el relato de una ciudad muy hermosa, llena de historia y belleza natural. Me hizo recordar un viaje que hice con mi abuela a Andalucía en 1966, y fue también en un tren de asientos de madera. El traqueteo y el ruido lo embelesaban a uno, y luego de muchas paradas llegamos a nuestro destino. Y recuerdo mucho las naranjas, los olores, las gambas al ajillo, el gazpacho...y la Carrera del Darro donde nos retratamos.

    ResponderEliminar
  8. Buenas tard4s Alberto:
    Docto, brillante y sentimental, como siempre, un fuerte abrazo.
    Alfonso iñigo

    ResponderEliminar
  9. Esperamos con ansiedad los días quince de mes para disfrutar de tus escritos. Muchas gracias. Pepe Alvariño

    ResponderEliminar
  10. Me has hecho recordar mi asombro aquel 1 de mayo, en un viaje con unas amigas, al ver tanto naranjo y el aroma que desprendían. Leo con gusto todos tus relatos.

    ResponderEliminar
  11. Si visitas Sevilla estos meses entiendes cuando dicen
    “Quien no ha visto Sevilla, no ha visto la maravilla” y tu, lo cuentas muy bien Alberto.

    ResponderEliminar
  12. Si visitas Sevilla estos meses, entiendes el dicho de “quien no ha visto Sevilla, no ha visto la maravilla” y tu, lo cuentas muy bien.

    ResponderEliminar
  13. Que maravilla Sevilla!! Que bonito tu relato!!! Te la conoces muy bien!!😘

    ResponderEliminar
  14. La naturaleza que siempre nos sorprende en Sevilla tiene color naranja y Alberto lo cuentas tan bien que nos está llegando ese olor ácido y dulce a la vez que las vemos adornar esa bonita ciudad.

    ResponderEliminar
  15. Queridd Alberto, en tu escrito y con tus descripciones,nos transportas a esas calles maravillosas de Sevilla, como si de un “ paseo” se tratara.
    Eres maravilloso, espresivo y genial en tus relatos (como siempre).
    Un abrazo. M.Luz

    ResponderEliminar
  16. Muy interesante el artículo sobre los naranjos Alberto. Como anécdota, decir que la recientemente fallecida Reina Isabel II apreciaba muchísimo la mermelada de naranja amarga. Alfonso XIII fue quien comenzó la tradición de mandar esta mermelada a la casa real británica.

    ResponderEliminar
  17. Cuantos recuerdos me afloran con tu relato sobre el olor a azahar; durante mi vida profesional viajaba todos los meses a Sevilla, me alojaba casi siempre en el hotel Occidental, frente a Santa Justa ( ahora Ayre) en Abril trataba de no coincidir con la feria porque excepto la restauración ... se trabajaba poco, pero aun así, procuraba caerme por allí. Que cierto es eso de que los olores te evocan momentos... Ya te contare alguno.
    Un abrazo amigo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Cuatro gatos

Notas al margen   -  Alberto Sala Me stres 15 de septiembre de 2024 La expresión "cuatro gatos" indica exactamente lo mismo que "poca gente", o sea un número pequeño o escaso de personas.    Hace unos años en un viaje a Valencia, recorriendo la calle Museo en el barrio medieval de El Carmen, me encontré junto a un arco de medio punto la curiosa inscripción en azulejo que puede verse supra .  Se trata, nada más y nada menos, del resumen de una leyenda sobre la citada expresión.  Si se afina un poco la vista se puede leer en idioma valenciano (traducido al español):  "En memoria de los cuatro gatos que quedaron en el Barrio de El Carmen en el año 1094.  Nunca se les escuchó un maullido más alto que otro".  La inscripción recuerda la leyenda de los gatos del citado barrio, en la que se narra que alrededor del siglo IX los gatos eran apreciados por los árabes, pero los cristianos los consideraban animales malditos, portadores de malos auguri...

¡ Al carajo !

Notas al margen   -  Alberto Sala Me stres 15 de noviembre de 2024 Cuando utilizamos la expresión ¡Vete al carajo! lo hacemos para que alguien desaparezca de nuestra vista porque nos sentimos molestos con esa persona. Si consultamos el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua la palabra carajo encontramos como definición:  miembro viril .  A continuación se identifica también como interjección para expresar sorpresa, contrariedad, etc. añadiéndose la expresión malsonante al carajo , para indicar un fuerte rechazo de algo o de alguien; el adjetivo del carajo como muy grande o muy intenso que en su forma despectiva sería algo despreciable, enfadoso o molesto; la locación verbal irse algo al carajo para identificar lo que se estropea o tiene mal fin; la locación verbal mandar alguien al carajo como expresión de rechazo con insolencia y desdén; la expresión qué carajo que supone una fuerte negación, decisión, contrariedad, etc.,  y la locució...

El apellido Sala y la historia del daiquirí

Notas al margen  -  Alberto Sala Me stres 15 de septiembre de 2020 El apellido  Sala tiene sus raíces documentadas en Cataluña desde el siglo XVI, y consta que mi familia estuvo asentada en Lloret de Mar, una población marinera del litoral mediterráneo de la provincia de Gerona, desde los inicios del siglo XIX.  Mis hermanos y yo tenemos seis apellidos catalanes encadenados uno detrás de otro, lo que no deja dudas sobre nuestros orígenes ahora que, en algunos países entre los que destacan los Estados Unidos de América, se ha puesto de moda hacerse un análisis de sangre para determinar el porcentaje que se pudiera tener de sangre europea, americana o africana. La emigración catalana a América tuvo un gran auge a mediados del siglo XIX, especialmente hacia Cuba, México y Argentina. En La Habana, ubicado en la esquina de las calles Obispo y Montserrate se encuentra ubicado un establecimiento de reconocida fama internacional: el Café Restaurante La Florida, conocido fam...