Notas al margen - Alberto Sala Mestres
15 de diciembre de 2023
El archipiélago canario, como es sabido, lo componen siete islas. Del conjunto de ellas -cada una con una sutil y diferenciada forma de hablar, que recuerda los acentos antillanos- El Hierro es la menor, con una extensión de apenas 268,71 kilómetros cuadrados y la más distanciada del continente africano y, por ende, la más oceánica, con fuertes vientos que la azotan a lo largo de las cuatro estaciones del año.
Su costa es acantilado en estado puro con escasos puertos abrigados, lo que sin duda ofrece un paisaje abrupto y fascinante. En el interior del territorio su suelo de origen volcánico contrasta con el color de los verodes, arbustos que llegan a alcanzar más de dos metros de altura y que crecen en tan inhóspito medio.
Geología y botánica se dan cita en ese lugar de características mágicas. Las sabinas, árboles milenarios de aspecto fantasmagórico, pueblan los bosques isleños y el efecto que sobre el crecimiento de estos árboles ejerce el caprichoso viento del Norte produce en sus troncos y ramas una curiosa deformidad que los hace inconfundibles. Los lugareños y visitantes no se muestran muy dispuestos a atravesar, desde el atardecer, el espeso sabinar que domina la isla de El Hierro ya que, según cuenta una vieja leyenda, en ese lugar tiene su guarida una malvada bruja.
La tradición señala que una maldición caerá sobre la persona que la hechicera sorprenda en el paraje, obligándola a realizar junto a ella un vertiginoso viaje a Cuba montada en su escoba. Es probable, incluso, que la bruja viajera tenga orígenes pinareños y haya establecido su refugio en el Caribe, en las cercanías de la formación rocosa de Cacarajícara en el extremo occidental de Cuba o incluso en la Cordillera de Guaniguanico. Podemos pensar entonces que nadie se atreva, tampoco allí, a merodear por el lugar.
Siempre quedarán otros destinos, como la laguna de Ariguanabo o el cauce del extenso río Cauto, como puntos idílicos donde poder esperar la mítica aparición en el cielo cubano de la sorprendente bruja canaria pilotando su deshilachada escoba.
Alberto, siempre mostrando esa rica admiración por el detalle, que llena nuestra alma.
ResponderEliminarMuy bueno Albertico, recibe un fuerte abrazo, muchas cosas buenas para ti y los tuyos.
ResponderEliminarFantástica descripción del Hierro donde la bruja podría probablemente volar en su escoba y sorprendernos. Estaré atenta Alberto, no quiero perderme un viaje en escoba hasta Cuba. Disfruto con tus observaciones que siempre me descubren detalles desapercibidos y que tu aprecias al vuelo.
ResponderEliminarBuenas tardes Alberto:
ResponderEliminarBrillante, cosmopolita y eruditisimo
Como siempre,
Un fuerte abrazo
Alfonso Iñigo
Como siempre ameno y didáctico Alberto 👏 Cuando vuelva a la isla de El Hierro procuraré pasar por el sabinar a saludar a la bruja a ver si con un poco de suerte me lleva a Cuba☺️
ResponderEliminarEste evocador relato ha fomentado mi deseo de conocer la isla de El Hierro. Es algo que tengo pendiente desde hace tiempo. Además, ahora con la idea de visitar ese bosque mágico. Gracias Alberto. Un abrazo. María Jesús
ResponderEliminarMuy bueno. Soy amiga de Meche y Antonio y vivo en Newtown Square PA.
ResponderEliminarUtilizó tus artículos para mi clase de conversación que tengo por zoom y les han gustado mucho a mis alumnas. Soy Cubana. Gracias AuroraG. López
Las brujas, Haberlas haylas... Malas y buenas y algunas malas están muy buenas , me refiero a las manzanas que algunas veces me han regalado . Un abrazo y feliz año muchacho
ResponderEliminarNo conocía esta leyenda Alberto. Ahora me encantaría visitar El Hierro para conocer esta isla y disfrutar de su naturaleza. La marcó como viaje a realizar
ResponderEliminar