Notas al margen - Alberto Sala Mestres
15 de marzo de 2025
En mi familia siempre tuvimos un piano en casa que tocaban alternativamente
mi madre y mis hermanos, Mercedes y Antonio. Se podría decir
metafóricamente que crecí con los acordes del piano, cuya
machacona repetición de los fragmentos variados de diversas partituras me provocó
un temprano rechazo al instrumento que felizmente pude superar en mi edad
adulta, probablemente al conocer décadas después, en Ginebra, a la
joven pianista Marta Argerich.
En mi adolescencia recuerdo haber oído comentarios en mi entorno sobre el
pianista Liberace, cuyo nombre y apellidos me eran
desconocidos y la curiosidad me ha llevado a indagar sobre ese curioso personaje cuyo nombre real
era Waldziu Valentino Liberace, nacido en Wisconsin (USA) el 16 de
mayo de 1919 y cuyo fallecimiento tuvo lugar en Palm Springs, California, el 4 de febrero de 1987.
A una edad temprana, Liberace ya mostró un prodigioso talento musical; su madre, Frances Liberace, fue la primera maestra de piano que tuvo y le alentó
a perfeccionar su habilidad innata. Una dedicación incansable junto a una
constante pasión por el piano lo llevaron a estudiar en el Instituto
de Música de su ciudad natal y posteriormente en el Conservatorio de
Música de Milwaukee.
El
joven Liberace
desarrolló con los años un estilo de interpretación que iba más
allá de la música: era un espectáculo en sí mismo. Sus
actuaciones solían ser opulentas y extravagantes, con trajes de
lentejuelas, abrigos de piel y joyas ostentosas que reflejaban una
personalidad carismática que sorprendía al auditorio; y hasta su piano, sobre el que habitualmente lucía un candelabro, lo adornaba con detalles brillantes. Esas características inusuales
hicieron que su nombre se convirtiera en sinónimo de exceso y lujo
en el mundo del entretenimiento.
El
repertorio del pianista incluía una amplia variedad de música,
desde clásica hasta pop, pasando por el jazz y la música de películas.
Entre sus interpretaciones más conocidas se encuentran Clair de Lune
de Claude Debussy, Rhapsody
in Blue
de George Gershwin, y su propia composición Concerto
for the Birds, junto
a partituras de música clásica (1). Paulatinamente, Liberace fue
dando forma a un estilo personal y característico que definiría él
mismo como “interpretar la música clásica eliminando las partes
aburridas”.
En
los Estados Unidos tuvo un gran éxito con su programa de televisión
The Liberace
Show
que se emitió desde 1952 a 1955 y posteriormente en la década
1960-1970, lo que le convirtió en uno de los artistas más populares
de la televisión norteamericana. Sus actuaciones en vivo, principalmente en los casinos ubicados en Las Vegas con escenarios de gran aforo, le convirtieron en un fenómeno de la cultura pop.
A
pesar de las décadas transcurridas desde su fallecimiento en 1987
Liberace sigue siendo un mito que
permanece vivo gracias a las innumerables fotografías, discos, horas de vídeos de sus
actuaciones y a través de la Liberace Foundation, institución creada por el pianista en 1976 que desde que cerró
el museo dedicado al artista en Las Vegas se ocupa de mantener su
legado.
Además
de conceder becas de perfeccionamiento para jóvenes músicos, la Liberace Foundation conserva,
custodia y restaura el patrimonio del artista. Destaca especialmente, entre los dieciocho de su colección personal, el piano Pleyel de inicios de 1800 que nuestro protagonista había recubierto de pan de oro (ver supra) en el que Frédéric Chopin había tocado ante George Sand y trajes como el excéntrico Lasagna suit, un
llamativo
smoking rojo con el que acostumbraba a comer lasaña porque, según él decía, si se
manchaba nadie se iba a dar cuenta; o el abrigo con una cola de diez
metros que lo convertía en lo que solía nombrar como “el único
en el mundo que necesita su propio coche y chófer para ser
transportado”, junto a su enorme
colección de bisutería entre la que se encuentra el extravagante huevo Fabergé gigante, del que emergía el showman en sus actuaciones en el Radio City Music Hall (Nueva
York).
(1) https://www.youtube.com/watch?v=JxbhhSInXKk
Otro personaje resucitado por Alberto y que me ha llevado a curiosear en internet. Infancia menos afortunada que supo remontar a base de talento y creatividad. Estupendo recordatorio.
ResponderEliminarQuerido Alberto, jamás hubiera imaginado que te interesaba Liberace. Espero que no nos sorprendas con Mario Vaquerizo... besos
ResponderEliminarAmigo Alberto - Me parece que tienes un baúl de los recuerdos verdaderamente asombroso, especialmente cuando se trata de tus conocimientos sobre música, pianistas y otras profesiones. Tu memoria no solo es profunda , sino también detallada, como si cada recuerdo estuviera perfectamente archivado y listo para ser compartido en cualquier momento. Es fascinante cómo puedes evocar nombres, fechas y detalles técnicos con tanta precisión, casi como si hubieras vivido cada una de esas experiencias en primera persona. Tu pasión por los pianistas, en particular, demuestra un nivel de apreciación y entendimiento que va más allá de lo superficial. No solo recuerdas a los grandes nombres, sino que también comprendes su estilo, su influencia y su legado en el mundo de la música. Esto no solo habla de tu capacidad memorística, que envidio, sino también de tu curiosidad intelectual y tu amor por el arte. ¡ Eres un verdadero regalo para cualquier conversación !
ResponderEliminarBuenas tardes Alberto::
ResponderEliminarDocto,cautivador y atrayente, como siempre encantador.
Un fuerte Abrazo
Alfonso Iñigo
Muchas gracias por el artículo. No conocía a este fantástico músico, así que me pondré a indagar. Tu como siempre docto y atrayente. Gracias, gracias y gracias.
ResponderEliminarAbrazos.
Lectura amable, curiosa y deliciosa. Un placer leerte de nuevo.
ResponderEliminarQué interesante personaje he descubierto por ti. He tenido curiosidad, y he buscado información sobre él. Ahora me queda ver la película basada en su vida (según la versión de su amante). Gracias Alberto.
ResponderEliminarMaría Jesús